Reseña del Seminario "Psicoanálisis y Estructuralismo" dictado por Marcelo Ale





Asociación de Psicoanálisis de Misiones



Seminario: Psicoanálisis y Estructuralismo

Por Marcelo Ale




RESEÑA

Los días 1 y 2 de julio se llevó a cabo en la ciudad de Posadas, más precisamente en el Museo de Bellas Artes: Juan Yaparí, el seminario Psicoanálisis y estructuralismo dictado por Marcelo Ale, psicoanalista miembro de la Asociación de Psicoanálisis de La Plata. La actividad fue organizada por la Asociación de Psicoanálisis de Misiones.

Seguidamente a la presentación de su último libro, Pasión y encanto en la experiencia analítica, Marcelo Ale dictó el seminario: Psicoanálisis y Estructuralismo. Organizó el mismo en dos clases: la primera llevó por titulo Lacan y la lingüística y la segunda Actualidad de Levi-Strauss.
Recordando que cada autor es hijo de una época, planteó la cuestión de por qué Lacan apela al estructuralismo. Responde que el famoso “retorno a Freud” de 1953, hace coincidir episteme y política, es decir que fue un modo de Lacan de introducir en el circuito nuevamente al psicoanálisis, para ello dialoga con el estructuralismo, discurso importante en su época. De este modo el sintagma del primer retorno a Freud, “el inconsciente estructurado como un lenguaje” muestra las referencias de Lacan – el estructuralismo y la lingüística -.
El estructuralismo es una referencia para el psicoanálisis. Es precisamente porque las referencias son: estructuralismo y lingüística, que se plantea: el inconciente está estructurado como un lenguaje.

Puntuando lo planteado por Jean Claude Milner en su libro El periplo estructural, destaca que ubica dentro del estructuralismo a: Saussure, Benbeniste, Jakobson, Rolan Barthes, Lacan. Milner excluye, sin aducir razones, a Levi Strauss.

Lacan apela a algunos lingüistas: de Saussure, - en su “Curso de lingüística general” - a los capítulos La Naturaleza del signo linguistico – y – La Lengua: su definición, toma el signo y los dos ejes del lenguaje: el de la lengua el del habla.
En el eje de la lengua, Saussure plantea una recepción pasiva de la misma por parte del sujeto; mientras que en el eje del habla, la define como un acto individual de la voluntad y de la inteligencia.
De Pierce, en “La ciencia de la semiótica” toma de la clasificación del signo en ícono, símbolo e índice-, la combinación del símbolo y el índice como referencia para la idea de shifter que retoma –Jakobson –como un conmutador, término que en una oración señala la posición del hablante, son los índices de los enunciados. Para desarrollar la noción de shifter tomó el artículo “Los conmutadores, las categorías verbales y el verbo ruso” en el “Ensayo de lingüística general”
Además, de Jakobson tomó la referencia a la función poética que tiene que ver con el aspecto creador del lenguaje, extraída del artículo “Lingüística y poética” también en el libro “Ensayos de lingüística general”-
De Benbeniste, los deixticos, en “Problemas de lingüística general” introducen la enunciación, la idea de Lacan de que cuando alguien habla un deseo se pone en juego allí.
De Austin y Searle, quienes si bien no son estructuralistas – aclara Ale – son referencias importantes. Del primer autor cita “Como hacer cosas con palabras” y del segundo autor “Actos de habla” y “La construcción de la realidad social”, se desprende de estos lo siguiente: la palabra es un acto, el concepto de preformativo implica que el lenguaje construye una realidad social, es decir que la palabra crea realidades, es necesario que algo se nombre para crearlo.

Ale, muestra también cómo estos autores no teorizan de manera separada sino que hay conceptos que se montan unos sobre otros. Por ejemplo Jakobson sobre Saussure. Mientras este último plantea los ejes del lenguaje: lengua y habla, Jakobson le agrega a la lengua la selección por similitud o contigüidad, y en el eje del habla, la combinación. Es decir que la función poética de Jakobson depende de cómo se seleccionan y combinan las palabras. Es decir – en Saussure –cómo se pone en juego el habla en el marco de la lengua.

Se refiere también a O. Masotta, en su artículo “Aclaraciones en torno a Jacques Lacan” en “Ensayos Lacanianos” -, Masotta plantea una referencia a la función poética de Jakobson, compara el chiste con la poesía, dirá que un chiste se construye con las mismas leyes que con un poema, un chiste es un poema.
Menciona que para Masotta el significante de Saussure no es el de Lacan, en este último el significante queda más ligado a un enigma. Lacan habla de una estructura de significantes y el juego con el significante es lo que permite producir efectos, por ejemplo: el chiste.
Freud se refiere a una metáfora fisiológica, la noción de significante de Lacan, queda en Freud del lado de la huella mnémica – resto de palabra oía, puro significante sin sentido.

Marcelo Ale, menciona el texto del filósofo italiano Paulo Caruso, “Conversaciones con Levi – Strauss, Michael Faucoult, Jacques Lacan” donde ante una pregunta a Lacan por el aspecto que lo diferenciaría de Freud, este menciona que Freud
había inventado la nueva lingüística antes de que ésta apareciera, el esquema del peine de Freud, seria un buen ejemplo de aquello – representaciones que se combinan por condensación y desplazamiento. La diferencia es que Lacan conoce la lingüística, mientras que Freud no la conocía.
Entonces, recuerda Ale, que el psicoanálisis no es ni lingüística ni antropología aplicada, mas bien se trata de entender que una doctrina necesita pasar por otras para construir su propio campo de conceptos.

La segunda parte del seminario: Actualidad de Levi Strauss.
Tras retomar algunos aspectos trabajados el día anterior, recuerda que Lacan en “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, conecta el símbolo índice de Pierce con el shifter de Jakobson. Ale menciona que lo interesante es el momento conceptual en el que Lacan se refiere a estos autores, precisamente cuando está introduciendo la cuestión de la enunciación, ¿Quién habló ahí?, para poner en juego qué posición tiene en relación a lo que dice. Por ese motivo interesa a los analistas la cuestión de la enunciación (Benbeniste), en tanto se puede deducir allí qué relación alguien tiene con su deseo.
Entonces, según la referencia que Lacan toma, será el concepto que va a producir. Cuando la referencia es el signo de Saussure, donde destaca que un significante remite a otro significante, apoya su teoría de la interpretación como la que produce una nueva significación. Cuando la referencia, en Lacan, es al shifter o deíxtico, la interpretación se relaciona con qué deseo se pone en juego, a partir de deducirlo de la enunciación.


Esquematiza lo siguiente:




En Lacan esto esquematiza el pasaje de la idea de un discurso como proveniente del yo al discurso del sujeto del inconsciente. Con su referencia a la lingüística, Lacan muestra que detrás del yo hay un sujeto del inconsciente. Vía por la cual – según M. Ale – discute con los postfreudianos, que enfatizan la lectura del yo en Freud.

Marcelo Ale, en relación a otra referencia, M. Zafiropoulos, Lacan – Levi Strauss, o el retorno a Freud tomo dos sintagmas lacanianos, la eficacia simbólica y el nombre del padre.
La eficacia simbólica se puede leer en “Antropología Estructural” de L. Strauss, en el capítulo que lleva ese nombre: eficacia simbólica. Mientras que lo que sería la herencia de lo que posteriormente en Lacan será el significante del nombre del padre, está en un Prefacio que L. Strauss escribe al libro de M. Mauss “Sociologia y Antropología”.
Vía la eficacia simbólica – Levi Strauss – Lacan muestra que el imaginario se organiza por lo simbólico, corresponde a sus conceptualizaciones sobre el estadio del espejo, para lo cual se puede consultar el Escrito que lleva ese nombre y el Seminario 1 de Lacan. Mientras que cuando plantea el significante del nombre de padre, se plantea el problema de aquello que liga significante con significado.

Marcelo Ale señala que, para Zafiropoulos, en su lectura de L. Strauss es un significante en estado puro o un símbolo en estado cero lo que cumple la función de ligar significante y significado. Pero – L. Strauss - en su Prefacio al libro de Mauss habla de significado flotante, señala Ale. Mientras que para Lacan sí es un significante el que abrocha e introduce la posibilidad de significación.

Para finalizar, se refirió a un artículo de Enrique Acuña: “Un niño (guaraní) ha muerto”, publicado en la revista Conceptual N° 10, y a su Curso anual que dictó Acuña en la Asociación de psicoanálisis de La Plata en el Año 2009 titulado “De la insistencia a la existencia”; en donde intenta introducir la diferencia de la idea de estructura para Lacan y para el estructuralismo. Plantea entonces, siguiendo a Acuña, que para el estructuralismo la estructura está determinada, mientras que para el psicoanálisis está agujereada y que Lacan se inscribe en el estructuralismo vía una exclusión interna, es decir se refiere al estructuralismo pero no sin hacer una torsión, en tanto un dato fundamental: no sabemos de que manera esos elementos – significantes- se combinan en la estructura, que esa combinatoria no está determinada sino que depende de la contingencia, del azar. Recuerda a su vez, un Escrito de Lacan, “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo”, donde Lacan se diferencia de L. Strauss, a partir de plantear que si L. Strauss quiso reconocer en el “mana” el efecto de un símbolo en estado cero, para el psicoanálisis se trata más bien, del significante de la falta del símbolo cero. Lo que engancha significante de significado es una fala, no un significante distinto – como creía L. Strauss -

El seminario abrió nuevos interrogantes y vías posibles de investigación, por ejemplo el problema de los diagnósticos. Las clases – clasificaciones – y el caso como lo que resiste a la clasificación.

Dependerá de lo que en cada quien resuene hacer de este encuentro una consecuencia.


Reseña: Lorena Danieluk


Reseña de la presentación de "Pasión y encanto en la experiencia analítica" de Marcelo Ale





Asociación de Psicoanálisis de Misiones



Presentación del libro "Pasión y encanto en la experiencia analítica"

(Marcelo Ale, 2010)




RESEÑA

Los días 1 y 2 de Julio de 2011, la Asociación de Psicoanálisis de Misiones recibió a Marcelo Ale –psicoanalista platense, miembro de la Asociación de Psicoanalisis de La Plata (APLP).
El 1 de Julio, la Comisión de Lecturas Críticas, realizó la presentación del libro Pasión y encanto en la experiencia analítica, con la presencia de su autor: Marcelo Ale. Dialogaron con él, Christian Gómez, Julieta Ríos y Germán Tor, con la coordinación de Lorena Danieluk.

En primer lugar, Lorena Danieluk presentó al autor y los distintos participantes de la mesa y asimismo comentó su lectura del libro, en la cual hizo alusión a tres términos: “retórica, referencias y rigurosidad”. En cuanto a la retórica ubicó el modo de contar que tiene el autor, un modo claro, agradable y a la vez preciso.
Por el lado de las referencias, enfatizó que, en el libro, Ale articula múltiples campos discursivos que permiten captar el concepto que está en juego y a su paso recomienda lecturas.
Y con el término “rigurosidad” epistémica –aclara-, indica que se trata de un libro de psicoanálisis, que no se pierde en las referencias, y que atañe a problemas que hacen al psicoanálisis, por ejemplo “el desplazamiento que se produce en la experiencia analítica, del síntoma al synthome; del sentido al sonido; donde al inicio se lee al síntoma como un mensaje que llama a ser descifrado” y está del lado del sentido, en tanto que el “synthome está del lado de una escritura” de goce, para lo cual, en el transcurso de un análisis tuvo que ponerse en juego el sentido hasta llegar a un límite de la significación, donde se echa mano a la creación –allí será “el sonido de las letras que han resonado para cada uno, generando un modo singular de habitar el lenguaje”. Se trata entonces de “un pasaje de la pasión por el juego con las palabras, con los significantes al en-canto” aludiendo al sonido, “como algo que concierne a cada quien y que solo podrá ser obtenido por el que se deje engañar/jugar con las palabras para luego, al final, crear, cantar algo con ellas”.

Luego dio lugar a la intervención de Germán Tor, quien anticipó que, en virtud de que el libro presenta tres grandes apartados, cada uno de los interlocutores extraería de uno de ellos, algún detalle que le resonara significativo. Tomó, por tanto el primer apartado que lleva por título: “La pasión del juego del vocablo”, y destacó que un modo de presentar el libro, es según los ejes que Masotta distingue como fundamentos del campo psicoanalítico que son el eje clínico, el epistémico y el político –los cuales se evidencian en el mismo.
El primero de estos ejes puede encontrarse desde el prefacio, donde el autor se pregunta por la transmisión de la experiencia del psicoanálisis, expresando que la “encarnación” de éste se hace “por la vía del analizante”. Tor señala que este libro es efecto de un recorrido singular: la experiencia de un análisis, que permite a su autor plantear un orden lógico retroactivo de la escritura de ciertos textos, realizando un “desplazamiento de la pasión por el sentido al encanto del sonido, pasando por el brillo de lo real” (Ale, pág. 6).
En cuanto al segundo eje, Tor esbozó que el libro da cuenta de conceptos del psicoanálisis y los límites de éstos, los cuales son revisados por Ale en cada ocasión, siguiendo las referencias de las cuales parten tales conceptos, poniendo en tensión al psicoanálisis con otros campos del saber de los cuales, a su vez, se distingue. De modo que el tercer eje, la política de enseñanza, recorre el libro en su extensión. Plantea que en este libro, Ale “fundamenta, comparte y discute un saber”.

Tomó la palabra Julieta Ríos, partiendo del segundo apartado del libro denominado “El brillo de lo real”. Destacó aquí, que en el recorrido de un análisis aparece algo “entre la pasión y el encanto”, señalando una opacidad que, paradójicamente, brilla. Puso sobre el tapete lo que “afecta” a un sujeto, la angustia como afecto que no engaña, lo real. Subrayó que “la concepción de lo real determina qué psicoanálisis se practica y qué dirección se le imprime”, mostrando las reelaboraciones de la doctrina freudiana, y las conceptualizaciones realizadas por Lacan, llegando a la consideración del objeto-causa del deseo, que lejos de complementar al sujeto, implica un vacío.
Hizo hincapié, en cómo el psicoanálisis toma el objeto de la ciencia e invierte la relación con éste, proponiendo una relación libidinal en lugar de la epistemológica. Éste toma la referencia a Kant con el concepto de “das ding entendido como la cosa en sí –objeto inaccesible al conocimiento-” arribando al concepto de extimidad, con el que Lacan expresa la relación sujeto – objeto.
Asimismo trazó el pasaje de la pulsión de ver en Freud, a la mirada como objeto a en Lacan, y la subversión respecto a la teoría clásica de la percepción. Por último Julieta Ríos punteó los modos de “Respuestas a la experiencia del vacío” donde Ale contrasta al psicoanálisis con las terapias farmacológicas y las TCC –que desconectan al sujeto de su causa real.

A su turno, Christian Gómez expresó que la presentación de este libro es un modo de bienvenida a Marcelo Ale, como alguien cercano a lo que ocurre en la APM. Tomó en consideración el tercer apartado del libro: “El encanto del sonido”. Resaltó que “quien escribe Pasión y encanto en la experiencia analítica, es un analista en tanto un analista es el efecto de un análisis”, es decir que es un analizante, y es por ello que este libro enseña, en el estilo que Marcelo Ale le imprime. Continuó Gómez: “La palabra experiencia, como dice Borges, aturde en el título. Pasión y encanto… nombra algo de la experiencia del análisis en tanto en ella hay un desplazamiento del gusto de la pasión, el placer, el goce del sentido a algo que tiene que ver con el encanto de las palabras por su sonido y que sitúa una diferencia”. Aventuró la hipótesis de que el libro tiene “quizás, algo de testimonio” sugiriendo que es alguien que escribe como analistaanalizante, sin que esto refiera a la experiencia del pase.
Marcó que el apartado cuenta con 5 trabajos, de los cuales Gómez arriesgó que “el estilo que el autor le imprime cada uno de ellos, replica algo de las temáticas abordadas: hay un jugar con el vocablo que tiene como efecto un plus de sentido –no se agota en el juego-, por ejemplo cuando escribe gocesonido, o la antítesis mentirosa verdad”. Señaló que aquí “el plus es la lógica de la argumentación en el uso de las referencias”. Refirió que antes de leer Cicerón y las cualidades armónicas de las palabras, el lector no sabe con qué se va a encontrar, su sentido es una incógnita, sino que se sumerge en el texto por la música del título, por su combinatoria. Luego, el sentido va a parar a una argumentación. Tomó un fragmento de dicho artículo, donde el autor despeja, desde las referencias, una enseñanza del psicoanálisis.
Planteó que “el sonido antecede al sentido, y que toca al cuerpo antes de la experiencia del lenguaje. Introduce un goce fónico en el que el canto encanta”. Pero no se trata de algo evolutivo.
Por último manifestó 2 entradas posibles para la lectura de este libro: “la pasión por el sentido, por el juego del vocablo, ó el canto del lenguaje en el sonido de las palabras que hacen eco en el cuerpo. El saldo es una enseñanza de la cosquilla singular que a cada uno le produce la lectura del libro”.

Marcelo Ale agradeció al asesor de ambas asociaciones –Enrique Acuña- quien promovió estas actividades, y a sus lectores/presentadores. Destacó de las distintas lecturas algún aspecto, resaltando que “el lector enseña” y le dice al escritor qué escribió. Planteó que apelar a las referencias es necesario pues “los conceptos del psicoanálisis se derivan de otras disciplinas” y luego adquieren un matiz propio. Por ello “el analista tiene que leer esas otras disciplinas”. Expresó que tampoco se puede prescindir del trípode clínica-episteme-política señalando de qué modo y hasta qué punto se anudan. “El concepto que uno emplea dirige la práctica”.

Decimos entonces que, Marcelo Ale, en su libro plasma una indicación de estudio en psicoanálisis: nos invita a investigar, seguir las referencias que toman los autores que leemos, hacer un recorrido conceptual.


Reseña: Claudia Espínola


Reseña de la Primera Conferencia sobre el Malestar en nuestra Cultura





Asociación de Psicoanálisis de Misiones


Presenta
Cuatro Conferencias sobre el Malestar en nuestra Cultura


Primera Conferencia
¿Qué es el Inconsciente? La interpretación de los sueños.
Por Christian Gómez



RESEÑA

La mañana del sábado 25 de Junio se llevó a cabo en la ciudad de Oberá Misiones la primera conferencia sobre “El Malestar en nuestra Cultura”, la cual forma parte de un programa de cuatro encuentros que se desarrollaran a lo largo del año en esa ciudad y que estarán a cargo de docentes miembros de la Asociación de Psicoanálisis de Misiones y de Enrique Acuña como encargado de la conferencia de cierre de las jornadas.
Conformaron la mesa de trabajo de esa conferencia inaugural Christian Gómez y Carlos Wall, quién como interlocutor introdujo que una conferencia, como ésta, obedece a una política que pertenece a una asociación, pero que esto a su vez significa que el Inconsciente está en nuestra época y debe ser leído a partir de la lengua del otro.


¿Qué es el malestar?

Christian Gómez comenzó situando dos ejes orientadores de su exposición que servirán para delimitar el saber referencial que se puede encontrar en la obra de Freud y las nuevas y contemporáneas formas de clasificar los síntomas que la ciencia y otros discursos tienen. Entonces se guió por tratar de entender qué quiere decir malestar y cómo se lo piensa en la Cultura, entendida ésta como trama simbólica inherente de lo humano y por lo tanto como efecto del lenguaje.
En primer lugar hay que decir que el psicoanálisis es un efecto de eso que llamamos malestar y que refiere primordialmente a un desorden de lo humano. Se dispuso Gómez a situar entonces rasgos actuales, como por ejemplo la relación del arte con la cultura, el problema epidémico de las adicciones y la relación del psicoanálisis con dos modos de intentar arreglárselas con ese desorden como son las ciencias y las religiones.
Mediante un esquema explicativo Gómez delimita la hipótesis de que el malestar es el efecto de una tensión entre la felicidad para todos y el bien para cada uno. Lo que llamamos la cultura se ubica del lado de la felicidad para todos, es decir que el dispositivo cultural debe, a modo de imperativo, promover el bien común.
Desde la otra esquina la Pulsión freudiana queda ubicada en el costado del bien para cada uno. Se trata aquí, especificó Gómez, de un término que designa un apremio inherente a lo humano. Este apremio exige satisfacción a pesar de no indicar de antemano el objeto que espera alcanzar ni la forma de satisfacción que colmará la exigencia
Por otra parte el lenguaje organiza la realidad de lo humano y para entender algo de la cultura y de las diferentes configuraciones culturales debemos reflexionar sobre éste lenguaje.
Si se pudiera, estableció C. Gómez, de alguna forma encontrar una simetría entre el lenguaje (cultura) y la pulsión gozaríamos del bien común. Así, el bien privado de cada uno tendría un correlato desde el lado del lenguaje que vendría a articularlo y le daría esta cualidad que de entrada no tiene. Habría satisfacción sin resto, lo cual es impensable justamente porque la exigencia pulsional es un plus, que va haciendo que el organismo devenga un cuerpo que habla y que reclama otra satisfacción. La cultura y la pulsión se recubren parcialmente. Hay una parte de la pulsión que no es captada por la cultura y por lo tanto el malestar es un efecto de cada vez que el resto aparece.


Los síntomas: modos de hacer con la pulsión

Los síntomas son intentos de arreglárselas con este elemento que queda por fuera de la yuxtaposición entre pulsión y cultura. En cada uno el síntoma adopta una forma y es nombrado de manera particular para no caer en un sin-sentido. El sujeto cubre con palabras, algunas antiguas y otras contemporáneas, la ausencia de sentido que nos produce el desborde de la pulsión, es decir de tanta exigencia.
Así tenemos depresión, stress, bulimia, anorexia y adicciones, entre otros, que son nombres del malestar contemporáneo.


El inconsciente como saber ignorado

El dispositivo en el que Freud incursiona apunta a la búsqueda de una causalidad inconsciente a partir de invitar al sujeto a hacer uso de su palabra y así empezar a nombrar algo de su malestar. Cuando se nombra por las clasificaciones actuales, el sujeto que porta el síntoma ignora su causa. Ahí donde no sabe, Freud supone que el saber está en el Inconsciente, es decir, fuera de la conciencia. Pero que refiere no tanto al inconsciente descriptivo sino más bien a lo ignorado sistemático, al “no sé” de ciertas representaciones, que sin embargo se combinan por ciertas leyes constituyendo un saber que habita al sujeto escindido. O sea que el sujeto no se capta a sí-mismo en forma completa, demostrado ello por Hegel en la dialéctica de la conciencia: se necesita de otra para, tomándola como objeto, conocer la propia conciencia. Por lo tanto el deseo propio es deseo de otra conciencia, lo que Lacan retomará estableciendo que el deseo es deseo del otro.
Entonces si hay un saber ignorado que habita al sujeto ¿se puede saber eso?. Ese saber ignorado no está escondido sino en el propio lenguaje. Y ello porque el inconsciente se articula a los síntomas y éstos, por su parte, metabolizan ese resto pulsional que exige satisfacción. Resto capturado por el lenguaje, entonces el inconsciente aparece por el hecho de hablar y lo hace a través de cuatro fenómenos en los que opera el inconsciente: síntoma, actos fallidos del lenguaje, los juegos o ingenios del lenguaje (agudeza o witz) y los sueños. A partir de ello Gómez demostró que el sueño-síntoma son jeroglíficos o sea mensajes encriptados o cifras que llaman a un desciframiento. Pero para elaborar un jeroglífico solo puede valerse del lenguaje, cuya propiedad es que un significante puede querer decir dos cosas, dado que es una arbitrariedad soldar un significante a un significado. Freud dirá entonces, según acentuó C. Gómez, que el inconsciente es retórico (por ejemplo en la ironía: algo dicho que en un contexto quiere decir lo contrario). El inconsciente habla entonces con las figuras de la retórica, lo cual justifica el acercamiento del psicoanálisis a la literatura, la poesía y el arte; los cuales se valen de esas mismas figuras.
Para finalizar Gómez citó a Alexander Kojeve y su referencia al emperador romano Giulano quien en su discurso se valía de la ironía enunciando algo que quería decir lo contrario. Conformando dicha cita una metáfora de como habla el inconsciente: que escribe pero no para ser leído por un analista sino para ser leído por el propio inconsciente, el que lee su inconsciente es quien se analiza.

Seguidamente se abrió el espacio para que, en conjunto con la variada audiencia, se debatiera sobre el sueño-relato en Freud, los síntomas actuales y la prevención como formas de otorgar un nombre del otro social al malestar propio de cada sujeto.


Reseña: Fernando Kluge