El inconciente pre-freudiano


El inconciente pre-freudiano (*)

Por Christian Gómez


I- Introducción

La cuestión del inconciente pre-freudiano, entendido en un sentido amplio en una dimensión temporal, es decir el inconciente antes de Freud, permite un acercamiento por las vías de la investigación. El presente trabajo, en consecuencia, consiste en una aproximación fragmentaria que es lícito considerar como parte de un trabajo en curso.

En el coloquio organizado por Henry Ey en Bonneval en el año 1960, el cual reunía a filósofos, psiquiátras, psicólogos y psicoanalistas en torno al concepto de inconciente, Jacques Lacan inaugura un corte epistémico al sitúar al inconciente como sin profundidad, introduciendo la función del tiempo al modelo espacial freudiano (tópica) dando lugar a una nueva teoría del sujeto: dividido por el lenguaje (ste) y la pulsión (objeto a).

Encontramos allí otras versiones de inconciente:

- El inconciente mítico y arcaico que empalma con la hermenéutica (A. Green).

- El inconciente como profundidad del ser, solidario de una idea de adaptación a la realidad (H. Ey).

- El inconciente como modelo puramente energético de Serge Levovici y René Diatkine.

- El inconciente como condición del lenguaje (Jean Laplanche- Serge Leclaire)

Enrique Acuña, en el prefacio de Cuadernos de Psicoanálisis Nº1, publicación de La Asociación de Psicoanálisis de La Plata en torno a un curso sobre los conceptos fundamentales dictado en el año 1997, sitúa la operación epistémica, pero a la vez clínica y fundamentalmente política llevada a cabo por Lacan al articular un sujeto freudiano en su división pero ya lacaniano en su concepción del inconciente como hiancia temporal causada por la pulsión.

Esta introducción o planteo inicial conduce a la hipótesis según la cual esas versiones del inconciente, contemporáneas a Lacan, podemos decir, tienen su antecedente en concepciones contemporáneas o anteriores a Freud. Hoy voy a detenerme en el estudio de esas concepciones y sus resonancias posibles en el inconciente en tanto concepto freudiano.


II Acepciones del inconciente

En la clase del seminario 11 titulada, justamente, el inconciete freudiano y el nuestro, Lacan enumera una serie de acepciones del término inconciente tomadas del diccionario Lalande, cita también una enumeración publicada en un volumen de los años 20 por Dwelshauvers donde simplemente se trata de acepciones del inconciente como lo mas o menos conciente o lo no conciente en sentido descriptivo. Distingue el inconciente freudiano de las formas románticas que lo precedieron, del inconciente arcaico y arquetípico de Carl Gustav Jung y del inconciente heteróclito y parecido a un desván que describió el filósofo Eduardo Von Hartmann, citado justamente por el mismo Freud.

Un libro, aparecido en Francia en el año 2002 y traducido en el 2006 al castellano en una colección dirigida por Germán García para la editorial Atuel, realiza, a partir de una afirmación inicial que suena a invitación a la lectura mas que a novedad, un estudio exhaustivo del inconciente a partir de una triple distinción: la palabra inconciente ( su aparición histórica ), el concepto de inconciente y la noción de inconciente ( incluyendo fragmentos donde algo ligado al inconciente se muestra aún sin la aparición del término ).

La afirmación inicial dice así: “Ciertamente, Freud no descubrió el inconciente, y el crédito que a menudo se le da de esa invención, incluso por personas cultivadas, es una de las mayores mistificaciones de nuestra época.”

Su autor, Yvon Brès, ubica una prehistoria de la noción de inconciente, su surgimiento como concepto en el siglo XVIII, las controversias en torno a la concepción freudiana y el devenir del concepto, posterior a Freud. Pese a la afirmación inicial el libro se ordena en un antes y después de Freud desde la perspectiva de la historia de las ideas (esto supone que no privilegia una acepción por sobre otras)

Así, ubica en lo que sería la prehistoria de la noción tanto a Platón y Descartes. Una génesis de la noción surge a partir de la interpretación de la filosofía cartesiana llevada a cabo por Locke, Leibniz e Inmanuel Fitche. Una extensión de la noción se articula a la filosofía romántica a partir del romanticismo alemán situándose así una distinción entre concepto y noción. En torno a Freud sitúa principalmente el inconciente filosófico de Hartmann y la discusión mantenida entre Sigmund Freud Y Theodor Lipps, del cual el primero se diferencia expresamente en la interpretación de los sueños (mi inconciente no es el de Lipps, afirma Freud.)

Pese a que el autor vacila entre ubicar paradójicamente cierta originalidad freudiana a partir de la articulación entre inconciente y represión o hacer del inconciente freudiano una síntesis de los planteos de sus predecesores, considero que se trata de una lectura orientadora donde es tentador encontrar los ecos de las afirmaciones lacanianas de los años 60. 


III- Inconciente: palabra, concepto, noción

La palabra inconciente aparece en el año 1751, en la lengua inglesa, en un tratado sobre principios de moral y religión natural de Henry Home, quien lleva el título de Lord Kames, Como antecedentes o prehistoria, ubica en Platón ( 427-347 a. c.) la idea de un deseo ignorado en el Banquete a partir de los dichos del poeta cómico Aristófanes y distingue en Descartes ( 1596-1650 ) una contribución que abrirá camino a la posterior elaboración del concepto de inconciente. En este caso, al hacer del pensamiento la esencia del alma y definir a esta como una sustancia garantizada por la veracidad divina, la noción de inconciente no se impondrá y deberá esperar.

Dice Y Brès: “Al aprehender el alma a partir de la conciencia (meditación II), Descartes mas que ningún otro abrió camino que conducirá a la elaboración del concepto de inconciente”, y citando a Descartes: “¿puede desearse un argumento mas seguro y convincente que la prueba por la cual mostré que la naturaleza o esencia del alma consiste en que piensa, así como la esencia del cuerpo consiste en que es dilatado?. En efecto, ninguna cosa puede ser jamás privada de su propia esencia, y, por esta razón, considero que no hay que creer a quien niega que su alma pensó durante el tiempo en que no recuerdsa haber tenido conciencia de que pensaba” (1)

La génesis de la noción se vincula al empirismo ingles. John Locke (1637-1704) propone a diferencia del alma-sustancia cartesiana la continuidad de la conciencia en su Ensayo filosófico sobre el entendimiento humano. Esta continuidad de conciencia impide aún la aparición del concepto de inconciente pero según Brès será el telón de fondo que permitirá pensar otra continuidad. Es decir que el concepto moderno, como lo llama, de inconciente surge a partir de las rupturas de esa continuidad, ya se trate del alma cartesiana o de la conciencia de sí en Locke:

“Pero si la persona se define por la continuidad de conciencia, toda ruptura de esa continuidad se convierte en una suerte de escándalo y plantea un problema específico. Es muy exactamente a partir de aquí como se impondrá la creación del concepto de inconciente en sentido moderno. No se trata todavía de esto en Locke, y hasta podría decirse que su definición de la persona por la continuidad de la conciencia lo hace teóricamente imposible. Pero la experiencia de las rupturas de esa continuidad va a obligar a superar esa imposibilidad imponiendo la invención de otra continuidad que, aunque no sea desde todo punto de vista conciente en el sentido estricto del término, no será menos psicológica (y no metafísica ni biológica)” (2)

Ahora bien, el acontecimiento epistemológico que da lugar a la invención del concepto de inconciente consiste en la formulación, contradictoria en si misma, de una representación inconciente. Esta idea aparece en el contexto de la filosofía alemana de fines de siglo XVII en un tratado de Ernest Platner titulado Aforismos filosóficos, donde el autor se refiere a la acción de representaciones inconcientes. En lengua inglesa, Inmanuel Fichte definirá una representación inconciente como una representación no representada. (3)

(CFPlatner-Fitche, pág 28-29)

El concepto mínimo de inconciente es, entonces, una representación psíquica no conciente.

La filosofía romántica alemana extenderá el uso del término a esferas alejadas de lo estrictamente psicológico (las representaciones). 

Schelling ( 1775-1854), por ejemplo, hablará de un inconciente ya no definido a partir de las representaciones sino de un inconciente que actúa, verdadera fuerza actuante y no solo negatividad respecto del campo de la conciencia.

Para finalizar, si la palabra inconciente aparece esporádicamente en el siglo XVII y toma forma conceptual en el XVIII, en el XIX parece constituir el único tema de interés tanto metafísico como filosófico y psicológico, dando inmediatamente paso a todo tipo de disputas epistemológicas.

De estas disputas interesa, en la continuidad de la investigación, el diálogo Freud-Theodor Lipps así como las controversias en torno a la obra filosófica de referencia elaborada por E. Von Hartmann.


(*) Trabajo presentado en las jornadas anuales del centro de Investigación y Docencia Corrientes-Chaco del Instituto Oscar Masotta. “El inconciente y la escucha del analista”. Corrientes, Noviembre de 2009.

Notas:

(1) Brès, Yvon: El inconciente. Pág: 12-13. Atuel.

(2) BBrès, Yvon: El inconciente. Pág 16-17. Atuel.

(3) Cf Idem. Pág 28-29.

Bibliografía:

-Acuña, Enrique. “Lacan: el corte conceptua”l. En VV.AA. Los conceptos fundamentales del psicoanálisis. Cuadernos de Psicoanálisis nº 1. Publicación de la Asociación de Psicoanálisis de La Plata. 1997.

-Lacan, Jacques: “El inconciente freudiano y el nuestro”. En El Seminario, Libro 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Paidós.

-Freud, Sigmund: “Lo inconciente”. En Obras Completas. Amorrortu.

-Brès, Yvon. El inconciente. Atuel.