Ese silencioso sonido solitario


Ese silencioso sonido solitario

Por Leticia García

Presentación del libro Resonancia y silencio –Psicoanálisis y otras poéticas- de Enrique Acuña


Voy a comentarles el último apartado del libro que se llama “Envío” y que al igual que el Prefacio contiene un único trabajo. Este se llama “H, soledad del sinthoma”. 

Como nos cuenta su autor en el Prefacio este libro reúne diferentes intervenciones, escritas después de haber sido dichas en distintos contextos y tiempos. Estas “vueltas escritas” enseñan sobre diferentes conceptos y temas del psicoanálisis, a la vez que muestran algunos de los recorridos de su autor.

Desde la primera vez que leí Resonancia y silencio me gustó su estructura. Porque si bien es un libro que recopila escritos, en el Prefacio no sólo se presenta el libro con los interrogantes que funcionan como los hilos de Ariadna ordenando su lectura; sino que abre al problema del límite del lenguaje en psicoanálisis. El autor se pregunta: “¿A qué nuevo silencio es conducido el analista que escucha la resonancia de las palabras?”. Y al final, el lector se encuentra con el oxímoron: “ese silencioso sonido solitario” del síntoma como invención.

Entonces, estos dos escritos que tienen la función de abrir y cerrar el libro, y así enmarcan al conjunto de los textos, están en consonancia entre sí: lo que recuerda a la estructura de un texto literario más que epistémico. Pero este cierre: no es volver al mismo lugar del que se partió sino que produce un bucle –que al modo del bucle de Belinda de A. Pope- nos ilustra sobre “el hecho de que un estilo se construye sobre aquello que se pierde en la retórica” (el objeto “a”). La estructura del libro parodia eso también, bucle que es hallazgo, pérdida e invención.

Pero además, el libro termina con un envío remedando “La carta robada” de Poe, una carta silenciosa como la H en cuestión y que coloca al lector como su destinatario. Pero este envío trata sobre la soledad del síntoma como arreglo para cada uno. Síntoma alejado de aquel otro llamado “síntoma social o el de la clasificación clínica, que funcionan como nominaciones donde los sujetos pasan a formar parte de un conjunto de iguales: los que tienen ese mismo rasgo.

“H, soledad del sinthoma”, al igual que los restantes trabajos, enseña y trasmite sobre la función del lenguaje en el psicoanálisis. Dice su autor en este texto: “El psicoanálisis es un procedimiento sobre los límites del lenguaje”.(…) “Sin esperar más que lo que se desea, hay un camino que va desde el inconsciente que interpreta el síntoma –con su doble sustitución de sentido y satisfacción-, hasta la extensión de la cadena significante como agudeza -en la que adviene el sínthoma donde ya no hay sentido, sino sonido de las palabras.” (…) “El final de esas vueltas dichas (en un análisis) supone una aparente clausura del sujeto del inconsciente que se vuelve un ser diciente –traducción posible del parletre de Lacan-”.

Pasaje del síntoma como conflicto al síntoma como solución, como un artefacto y artificio que le permite al sujeto hacer con ese silencioso sonido solitario del fin del recorrido analítico. E. Acuña agrega: “esa sonoridad solitaria es un procedimiento propio para cada autor, es un método singular, es autorrevelado para cada uno, sin otro Dios que su inconsciente y fabrica en rigor su propia regla.”

Pero este solitario, no queda mudo, y mucho menos aislado. “El solitario sin embargo, busca pareja: remeda lo que ocurre en la estructura del discurso cuando un significante busca otro (S1- S2) y eso empuja a visitar la casa del Otro.”

Entonces, podemos decir que se entra de a uno (en la casa del Otro) y se sale de a uno, ahora acompañado por la pareja sintomática que cada uno se inventa para soportar la soledad. Síntoma que no implica “toda la verdad, sino un límite del saber. Y esto se evidencia en un buen uso del decir a medias, sosteniendo cierto enigma que obliga a seguir hablando” concluye el autor.

El libro enseña sobre las resonancias de lalengua, que da lugar al equívoco significante y que rompe con la significación adocenada de la doxa psicoanalítica –muy presente en los ámbitos académicos donde los conceptos funcionan como mantras religiosos-. El modo que tiene de realizar esto es proponiendo una escritura que juega con las paradojas de un modo paródico, cercando ese real excluido del sentido y que funciona como causa. Para esto se sirve del recurso a otras poéticas. Y es en la parodia donde E. Acuña señala el secreto que ahí se devela, citando la “Opertura” de los Escritos de J. Lacan: “por la gracia de la parodia que arrebata a la epopeya el rasgo secreto de su juego irrisorio”. Se puede pensar el recorrido del analizante de este modo: partiendo del relato de su epopeya llegar parodiando al rasgo secreto del juego en cuestión en su neurosis. Es ahí, entonces, donde el autor nos revela “El secreto del inventor solitario” del fin del análisis. No se los voy a contar, para que lo encuentren.

Para terminar, quiero remarcar dos cosas: una es, el cruce que presenta este libro de narraciones diversas al campo del psicoanálisis -literatura, filosofía, antropología, lógica, crítica literaria-; y dos, la pluralidad de nombres propios que hablan del “antecedente” que el autor se crea y el contexto donde se inserta –pluralidad acotada: S. Freud, J. Lacan, O. Masotta, G. García, J.-A. Miller, G. Musachi, E. Laurent- y que colocan a esta publicación en una política cierta y orientada en el campo psicoanalítico.