El derecho y el revés


El derecho y el revés

Claudia Espínola


Lo que sigue se enmarca en el módulo de investigación que lleva por nombre Psicoanálisis y salud pública, iniciado en este año. Mi hipótesis de base y que pretendo cuestionar es que en la actualidad –tomando palabras de Erik Laurent- “todo malestar se vuelve susceptible de un tratamiento medicamentoso”, lo cual vehiculiza un pedido de respuesta de la población en tal sentido (en el lenguaje de este Otro social) designado como el mercado y/o el Estado.

Por lo tanto se plantean dos ejes: por un lado qué argumentos avalan la cuestión de la medicación como tratamiento y por otro cuál es la respuesta del Estado -ubicando en ellos la posición del Psicoanálisis.



Estado de cosas


El sistema de Salud en nuestro país se compone de subsectores: público, privado y de obras sociales. En esta ocasión no he de referirme a la Salud pública como articulada a alguno de estos sectores sino como la consideración de la noción de salud de la población. La Organización Mundial de la Salud (OMS), en 1946, define a la salud como “el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Este ideal de salud se instala como derecho y se articula a los objetivos a los que tienden las naciones. En virtud de ello es pertinente sondear qué función asume el Estado argentino.


En las políticas de Estado queda expresado: “el Estado debe asumir un rol articulador y regulador de la salud pública integral sumando los esfuerzos de los subsectores públicos provinciales y nacionales, privados y de obras sociales, orientado a consolidar las acciones que posibiliten generar accesibilidad a las prestaciones médicas y a los medicamentos para toda la población”. Asimismo se plantea como estrategia la atención primaria de salud “para avanzar en la tarea de prevención”. Este criterio, de prevención, se pretende extrapolar al campo de la salud mental, lo cual resulta inapropiado cuando del deseo se trata.


Continúo citando: “Por medio de la coordinación de los esfuerzos de las distintas jurisdicciones y con un enfoque centrado en la búsqueda de la salud para toda la población, se encaran los problemas desde la eficiencia. Apuntando –dice- a un sistema más justo, con igualdad de oportunidades para toda la población, equilibrando las grandes diferencias”. Entonces, en pos de la igualdad de condiciones surge el Programa Remediar que prevé suministrar medicamentos genéricos recetados en los CAPS a todo aquél que sea atendido y no posea obra social o bien no pueda comprarlos.


Pero ¿será siempre necesario medicar? ¿A todo paciente? Pareciera que se olvida incluso el tan nombrado “efecto placebo”. Por otro lado me pregunto ¿con qué se articula esta búsqueda de la salud para toda la población? ¿Desde cuándo funciona -en la Argentina- esa lógica?


Esto parece ir de la mano de la Democracia como forma de gobierno. Nuestro país ha pasado históricamente por períodos de guerras civiles, de democracia alternada por golpes de Estado y gobiernos militares, para luego retomar el sistema democrático.


Alain Ehrenberg toma a Claude Lefort para decir que “la democracia es una ‘forma de sociedad’ que no descansa en otra cosa que en la soberanía del individuo, en este enigma que consiste en fundarse libremente a sí mismo en el lazo igualitario con el prójimo”.


Si bien cada individuo es soberano (es decir que posee autoridad suprema) y es libre, no podría haber una sociedad de soberanos que no terminara por la auto-aniquilación por lo que habrá de mediar entre ellos la ley. Hay una igualdad ante la Ley, es ella quien media y a la vez dosifica esas libertades, aun a costo de ir en contra de las mismas. Sucede por ejemplo que “la cuestión de la droga” se constituye como “una interrogación acerca de los límites de la libertad y de la esfera privada en la civilización democrática”. Lo concerniente a la cuestión de lo público, según la OMS se vincula a los objetivos y acciones de trabajo en y con la comunidad. Ahora bien qué es lo que se hace público y qué pertenece a lo privado – se pone en evidencia un halo de tensión entre lo universal de la ley y lo singular del sujeto.


La salud como derecho es proclamado y reclamado en su restablecimiento si estuviera en déficit. De esta manera, aquel que se incluye en un grupo de damnificados (víctimas) de un acontecimiento externo “se dirige al otro social y dice sus síntomas en ese código que el prestador social le ofrece” decía Acuña en Dialéctica del perjudicado y el prestador. A pesar de tal reclamo, sabemos que el que padece no siempre desea recuperar la salud perdida, bien podría demandar ser avalado en su enfermedad. He aquí la brecha que existe entre la demanda y el deseo.


El prestador asistencialista avala la posición de extrañamiento de aquello que le ocurre al sufriente, allí donde la presencia del analista señalaría en cambio su responsabilidad.


Dice Enrique Acuña “En este nuevo siglo donde se privilegia la eficacia cuantitativa, se podría hablar de una clínica del derecho a la salud, como nueva metáfora de lo jurídico sobre la medicina, en la figura del Perjudicado. Así la salud mental y las terapias están a caballo entre el derecho y la medicina, entre la ficción jurídica de normas y el derecho a la salud.”


Tenemos entonces, ciertas normativas (citadas anteriormente) que tienden a la salud para todos en pos de la igualdad, y dejan de lado la cuestión del sujeto en su singularidad. Es en este costado que entra en juego la función del psicoanalista.



Sobre el tratamiento medicamentoso


En función del primer eje planteado, podemos nombrar cambios en el abordaje de la salud mental que culminaron en la medicación de los malestares más variados. Eric Laurent en su libro “Psicoanálisis y Salud Mental” pone en serie los cambios ocurridos en la clínica, dice: “Freud toma la psiquiatría clásica y la adapta a su experiencia. En un segundo movimiento Freud introduce el narcisismo (…) lo cual hace que haya una subversión de la clasificación clínica psiquiátrica. La clínica de la mirada es transformada en principio por las prácticas jurídicas y humanistas, y luego es la clínica de la medicación la que cambia la sensibilidad del siglo. Se opera un retorno de la psiquiatría en la medicina. A las clínicas tradicionales se agregarán las clínicas de la epidemiología, la bioquímica, las esperanzas genéticas. A todo esto la Asociación Psiquiátrica Americana propone ese montaje teórico que se revela como bricollage taxonómico que es el DSM, con una máscara tranquilizadora de la búsqueda de una lengua epidemiológica única”.


Encontramos que en los organismos de gestión pública o privada, en la que se incluyen las obras sociales, en lo atinente a la Salud mental de la población, se impone diagnosticar el malestar de un paciente según los parámetros del citado DSM; delimitando síntomas aislados en síndromes y trastornos en desmedro de las posibilidades de estructura que nos enseña el psicoanálisis. Por otro lado, sabemos con Lacan que más allá de la definición nosográfica del síntoma, lo interesante es su envoltura, su materialidad significante; “y hay que entender la envoltura formal como la materialidad misma del significante en obra, que trabaja, que parasita el cuerpo que sufre.” -dice Laurent-. Si pensamos el síntoma de ese modo, entonces –lo repito- ¿será siempre necesario medicar –teniendo en cuenta la ley que regula el para todos?


Otra de las cuestiones que avalan el uso de la medicación se entrama a los avances de las neurociencias. Éstas plantean que los trastornos psíquicos están relacionados con las actividades eléctricas y químicas de las células nerviosas, y por ello es posible tratar esas anomalías con el medicamento correspondiente. Si en última instancia la patología se reduce a sustancias es comprensible que el tratamiento sea por medio de sustancias.


Pero resulta que el cuerpo no es solo un organismo biológico en el que intervienen fluidos y sustancias químicas, por lo que no siempre la medicación actúa del modo previsto, o bien sucede que una capsula que contiene una sustancia inocua (placebo) puede muchas veces producir igual resultado.


Vale el ejemplo del empleo del fármaco Fluoxetina (conocido como Prozac, y muy utilizado a fines de los ’80 y ’90, y aun hoy administrado por ejemplo con el uso de Foxetin). A este fármaco se le dotó de grandes expectativas y se rubricó con propiedades antidepresivas (ha sido –y es- indicado para tratar lo que los médicos denominan como “depresión, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), bulimia, trastornos de pánico y trastorno disfórico premenstrual”; también lo emplean para el tratamiento del alcoholismo, migrañas y otros síntomas). Pasado un tiempo atrajo la desconfianza de unos cuantos al considerar su comparación con el placebo (que en el 40% de los casos conseguía resultados esperados).


Cabe oponer entonces la noción psicoanalítica de cuerpo erógeno –el cual se apoya en un organismo pero se desprende de él- y la transferencia como herramienta de abordaje. Este cuerpo erógeno se trata de un cuerpo delineado con palabras, que los dichos del paciente no terminan de aprehender, algo se escapa y perdura.


Ya en 1890 Freud destaca el “poder ensalmador” que tienen las palabras, dice “las palabras son buenos medios para provocar alteraciones anímicas en aquel a quien van dirigidas y por eso no suena enigmático aseverar que el ensalmo de la palabra puede eliminar fenómenos patológicos”. Sucede que en el síntoma se pone en juego la estructura de lenguaje y lo que lo excede. Si está hecho de palabras, con ellas debe trabajarse implicando al hablante en su decir.



(*) Texto leído en las IV Jornadas de la Asociación de Psicoanálisis de Misiones. Octubre 2009.



Bibliografía:


- Acuña, Enrique. Dialéctica del perjudicado y el prestador. Microscopía Nº 71. aplp. Biblioteca freudiana. Diciembre de 2007


- Ehernberg, Alain (dir.). Individuos bajo influencia: Drogas, alcoholes, medicamentos psicotrópicos. Ediciones Nueva Visión. Buenos Aires. 1994


- Freud, Sigmund. Tratamiento psíquico (Tratamiento del alma) 1890. Amorrortu editores. Vol 1. Buenos Aires, 2004.


- Lacan, Jacques. Psicoanálisis y medicina. Intervenciones y textos 1.


- Laurent, Eric. Psicoanálisis y Salud Mental. Editorial Tres Haches. Buenos Aires, año 2000.


- Pag web del Ministerio de Salud, presidencia de la nación: http://www.msal.gov.ar/htm/site_nuevo/default.asp